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Francisco Velasco. Abogado e historiador

ODIO IDEOLÓGICO

 

 De no ser por su desvergüenza, Rubalcaba sería un payaso de trapo. Pero claro, habla, sube el pan y arroja aceite hirviendo a la audiencia. He leído el artículo de Carlos Carnicero en el que declara sobre cómo se las gasta el candidato psoecialista. Y da miedo. Dónde ha llegado. Harto conocido. Gal y Faisán nos golpean en el rostro. El hombre de Felipe, impertérrito, se pone dos duracell y lengua que te lengua.

 

Lo último de este tipo oscuro es su voluntad de resucitar el odio ideológico. Como si esa abominable emoción hubiese muerto alguna vez. En la boca de tan maléfico personaje, el odio forma parte de la cotidianeidad de sus acciones. Amaga con la derecha para descerrajar un tiro mortal con la izquierda. Uno de los mayores defensores del cordón sanitario al PP se saca de la chistera una nueva amenaza. Quiere reformar el Código Penal para castigar el delito de odio y discriminación. El summum de la enfermedad del alma. El anticristo se hace Cristo por medio del verbo envenenado. El Gobierno de Zapatero no ha hecho otra cosa desde la malhadada fecha del atentado de Atocha. Ha urdido cuantas maldades atravesaron su enferma mente para incriminar a Aznar y a los suyos. Qué habla este señor con pinta de usurero descarnado que acusa de engaño al que fuera mejor presidente de la democracia. Dónde vas, Satanás.

 

Se salta a pídola la Constitución y quiere impartir lecciones de ciudadanía. Ha convertido la ley de memoria histórica en un arma de enfrentamiento sin otra intención que sangrar la herida que ya cauterizaba. El gran provocador se erige en apóstol de las víctimas. El acosador de viejecitos se nos vende como ángel exterminador de mercados y de sicav. Ya navega, a bordo del barco de su dictadura, por aguas procelosas de tiburones corruptos. Y nos viene con el cuento de la ideología. Será mamarracho. Si hubiera leído a Engels, hubiera simulado un poco. Rubalcaba ha hecho de la ideología el resultado de una conciencia falsa. La conciencia de introducir, a la fuerza, a los ciudadanos en el bosque de las libertades colectivas a fin de arrebatarles sus derechos individuales. Este hombre es como el picudo que arrasa los palmerales.

 

A falta de argumentos, esperpentos. No alcanza su malicia el genio creador de Valle Inclán. Con todo, sí es un mal remedo del Bono que jura ser pobre como las ratas. Si España decide ser cristiana, él anima las contraofensivas laicas. Si hay libertad religiosa, propugna la fricción con la Iglesia católica. Si las Fuerzas Armadas defienden la unidad de España, potencia los independentismos. Proteger a la nación puede ser, si se le da pábulo, un delito contra la ideología nacionalista excluyente de catalanistas y vasquistas. La pluralidad de este especimen de la más rastrera política se reduce a El País y a dos o tres medios que le dan cuerda y rollo.

 

Los sondeos otorgan un amplio margen de ventaja a Rajoy. No pasará mucho tiempo antes que esta araña negra que recreara magistralmente Blasco Ibáñez, convoque a los miembros del Tribunal de la Inquisición, digo Constitucional, para dilucidar si el gran jefe de la calle Génova ha firmado pactos antisistema con el mismísimo Franco, con el rey Lear o con la máscara de Primo de Rivera. En cuyo caso, el nuevo Santo Oficio instará al futuro presidente de España a dimitir si no quiere terminar en la hoguera como los brujos bajomedievales.

 

Odio ideológico el tuyo, Rufián. Cava. Cuaba. Que qué es cuaba. El término con que los dominicanos definen, con desprecio, a los problemas y a los disgustos.

 

Un saludo.

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