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Francisco Velasco. Abogado e historiador

ZAPATÉTICO

 

Me lo dijo Pérez, que estuvo en Mallorca. Será maravilloso viajar desde Valencia hasta Mallorca sin necesidad de tomar el barco o el avión. Los tres sudamericanos lanzaron un éxito musical que llegó a canción del verano allá cuando Franco navegaba en el Azor. El puente. Un puente.


José Luis Rodríguez, por parte de padre, Zapatero por parte de madre, conserva, a estas alturas de la película, la presidencia del Gobierno de España. Es el rey Zapatero. La tropa cómica de la “ceja” nunca fue más ridícula. Convertido en reina madre del Ejecutivo por obra y gracia del golpe de estado interno liderado por rasputín Alfreddo, el señor Zapatero se halla de visita oficial en Kazajistán, la antigua república soviética. Las declaraciones del diputado leonés nacido en Valladolid ponen en entredicho lo que alguien había escrito sobre su persona: “ni una mala palabra ni una buena acción”. Sus palabras denotan males. Males que son desgracias. Desgracias que aspiran a catástrofes. Catástrofes que traen vendavales de agitación y de propaganda. Agitprop planificado para selvatizar el bosque de encinas. En aquel territorio, don José Luis ha dicho que de adelantar las elecciones generales, ni pensarlo. Su objetivo es adelantar la recuperación económica y la creación de empleo. Mirífico. Admirable. Maravilloso... Patético. Zapatético.



Zapatero es capaz de agitar el ánimo infundiéndole afectos vehementes, especialmente dolor y cuanto menos, tristeza. Alguien debería hacerlo mirar. Por más que trate de sonreír, sus ojos delatan su interior melancólico. La ovación que otrora le alimentaba, se le escurre por el lagrimal. El cariño que siempre demandó a sus favorecidos, le es retirado. Se encuentra solo en su jaula de cristal manchado por las huellas de tanto adulador. Es un juguete roto que destripa los últimos movimientos de su fractura. Recibe la medicina del desprecio que aplicó a sus enemigos. Y, sin embargo, ahí prosigue. Habla de recuperación como la balsa taumatúrgica que le libre del naufragio a que ha conducido la nave España. Terrible.



Asido y transido a su palacio madrileño. Un signo. Una señal. Espera el milagro divino del Cristo al que vituperó. No ve más allá de sus quimeras. La sangría del gasto corre al alza. La deuda de las Administraciones Públicas se salta el listón impuesto por la Unión Europea. El dispendio de las Autonomías rompe barreras. Los ayuntamientos bromean con los proveedores. La morosidad se dispara. Los impagos forman parte del ajuar doméstico. La banca no suelta un euro y las hipotecas concedidas son noticia de primera plana en los telediarios. El precio de la vivienda se despeña. Hacienda confisca en vez de recaudar. Afganistán y Libia se lleva a nuestros jóvenes soldados en guerras que repugnarían al mismísimo Bush. Los talibanes se entrenan en el tiro al blanco con nuestro militares. Bildu-ETA se adueña del País Vasco. Los independentistas hacen su agosto en mayo. Los indignados toman las plazas y, de vez en cuando, pasean las calles. Los sindicatos se quejan del paro que se negaron a reconocer. La sociedad vive momentos de tensión. La monarquía es vilipendiada. La tercera república aporrea la puerta. Pi y Margall asoma de nuevo. Seisdedos toma posiciones. La que se nos viene encima.

 

El 15-M exige un cambio de sistema. De sistema. Hubiera bastado reclamar un cambio de Gobierno. Tan simple como eso. La izquierda maniobra a babor y estribor al socaire de los vientos dominantes. Las pancartas de los indignados se confunden con las de los indignos. Ni una cartela reivindica el paro. Ni un simple pin gritando el no a la guerra. Ni una bandera constitucional como símbolo de libertades y derechos. El rubalcabismo selecciona los objetivos con antelación bastante. Hay que erradicar la idea de que la culpa es de Zapatero. Es del sistema. Un sistema que el pobre presidente, el probe Migué, se vio forzado a adoptar. No es que José Luis sea zapatético. Es que Alfreddo es miserable. En el peor sentido de la genial novela de Victor Hugo. Repitan conmigo: este gobierno psoecialista es penoso. ZP es una vaina sin espada ni cerebro. Acaso nunca los tuvo. Ahora se le nota. Vaya que sí.



Un saludo.



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