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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EL GALLO CANTÓ

 

 Tres veces. Tres traiciones. El gallo. Evangelio de Lucas: Mujer, no le conozco. Hombre, no lo soy. No sé lo que dices. El gallo cantó. El Señor se volvió y miró a Pedro. Antes que el gallo cante hoy, me negarás tres veces. Después, lloró.

 

La lágrima es la compañera penosa del traidor. Doble moral. Apariencia simple. Publio Cornelio Escipión se sentía el hombre más poderoso del mundo, pero también el más traicionado. El espolón de la deslealtad se empluma en la ingratitud del más renegado Judas, pero calza la palabra fácil del Pedro indigno.

 

Hasta cuándo. Brutus. Tú también, hijo mío. La daga hendió el pecho de César. El mismo Julio que decía amar la traición pero odiar al traidor. Sancho de Castilla murió víctima de Bellido Dolfos, hijo de Dolfos Bellido. Judas y Pedro negaron a su Maestro. Reos de miseria. Treinta monedas de plata sirvieron al Iscariote para comprar un carcañal. No le bastaron para asfixiar su felonía en el árbol de la muerte. El gallo cantó. Siguió cantando.

 

Los días de la pasión quedaron en el recuerdo de la venganza. La mala ralea en todas las familias hace nido. El cainismo del asesino se gesta en la inocencia del Abel más confiado. A veces, el desleal remata a la aurora. En ocasiones, vilipendia a señá María y a señó José. Llegado el turno, de la familia caída hace leña. Se ampara en la fuerza del rico y al poder se pliega en pos de remanso servil. Sonrisa fingida que delata la hipocresía de su alma y la perversión de su carácter. Nacido para engañar. El gallo.

 

Rousseau señalaba que el odio y la traición buscan dónde esconder el velo uniforme y pérfido de la cortesía. Entre Felipe V y Fernando VII, la felonía dejó frutos envenenados. El nacimiento del segundo hijo viene a destronar al príncipe. Cuando el rey engendra a cuatro vástagos, el último lleva bajo el brazo la guadaña de la parca. O reina él o él reina. La muerte del padre consolará su ausencia en vida. Héroe de día. Cruella de Vil nocturna.

 

El gallo sufrirá en su carne el aguijón de la abeja. El tiempo coloca al dominante bajo la férula de su propia purulencia vital. A cada cerdo, su sanmartín. El ciclo de la vida se hace dialéctica del juicio final.

 

Un saludo.

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