Blogia
Francisco Velasco. Abogado e historiador

CONSEJERÍA DE CORRUPCIÓN DE LA JUNTA QUE FUE DE ANDALUCÍA

 

Perversión, vicio, corrupción. He ahí algunos de los antónimos del concepto educación. Educar es dirigir. Dirección en el buen sentido. Desarrollar e incluso perfeccionar las facultades intelectuales y morales. Afinar los sentidos. Enseñar los buenos usos de cortesía. Si la educación se tuerce, el garante de la misma es el suicida o el kamikaze que circula por la autopista por los carriles contrarios a la norma.

 

A la vista de la reciente historia, la Andalucía educada por la Junta lleva camino de adentrarse en un circuito indescriptible. Se ha erigido en la aureola del demonio. La Junta ha retirado la mandorla al señor de los valores y ha rodeado con ella al Gadafi de las maldades. Todo lo que la cúpula directiva urde, en contenido de cesta pestilente acaba por convertirse. Chaves y Griñán han hecho héroes y patriotas a Escuredo y Borbolla. No hay más carne. Todo es hueso y desolación.



Chaves se ha hecho maestro en el arte del ventilador pero la nube de escupitajos se abate sobre su cabeza. El paraguas Griñán es de mercadillo y sus varillas se rinden dobladas por el fuerte aguacero. Llevan años de cooperación para el mal gobierno y el relevo entre ellos no es sino ahora te toca a ti dar la cara. A su paso, no dejan sino podredumbre, estropicio, descomposición y peste.



El asunto maldito de los expedientes de regulación de empleo se conforma como un monumento gigantesco a la carroña, a la gangrena y a la ulceración. Chaves no se acuerda de haber sido presidente del Gobierno andaluz. Dita sea con la memoria de este hombre. Sobre los EREs ni sabe ni contesta porque sólo opina sobre los no ESTÁs. El sustituto del desmemoriado padre de Paula, la señora de Matsa, nunca conoció los informes de la Intervención de Hacienda. Venga, por favor, cómo se puede exigir a un caballero de tronío que embride a su corcel. Para esa plebeya actividad, los palafreneros. La inefable Carmen Aguayo, ariete del decretazo contra los funcionarios por oposición, nunca comentó este tema con el noble guerrero de la Junta. Para qué si nunca hubo menoscabo de los fondos públicos. Setecientos millones de euros es un agujerito de nada. Total.



Pues nada, señora Aguayo, a seguir la línea. Con funcionarias como usted, los gaditanos se hacen gabachos. La solvencia de su palabra mantiene el peso del esqueleto moral de su administración. Incurren en omisión y lo saben. La secta pone en marcha su infernal maquinaria y la legión de esclavos eleva la pirámide que ha de enterrar el putrefacto cadáver que han dejado los desvergonzados políticos. La arquitectura de la verdad es funeraria. Todo un panteón de hombres y mujeres que lucharon por el pueblo yacen en su interior. Quienes utilizaron al pueblo para su provecho, levantaron imponentes cenotafios. Por todo y por todos, cobraron la comisión correspondiente. Qué bárbaros. Qué pillos. Qué ladrones. Qué repugnantes. Qué asquerosos.



No se les cae la cara de vergüenza. A ninguno. Se trata de actos de trámite inimpugnables e inexpugnables. Como los procedimientos que pervierten. La Consejería de Corrupción es el arco de triunfo del imperio psoecialista. A través de sus vanos desfilan los soldados victoriosos que, vaciados los bolsillos de los súbditos, se disponen a repartirse el cuantioso botín. A su frente los chaves y griñanes. Detrás, los lugartenientes aguayos, recios y marios.



El gentío contempla, enmudecido y estupefacto, su marcial paso. Silencio. La rebelión será pacífica. Pese a los cuatreros, los andaluces no linchamos. Somos tan demócratas que demostramos nuestras afecciones en las urnas. En mayo. Mes de las flores. La primavera nos traerá la luz.



Un saludo.

0 comentarios