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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EREs JUAN MÁRQUEZ

 

 Adiós, Juan Márquez, adiós Juan Márquez. Dijo la tía María, adiós Juan Márquez. Bueno, pero Vázquez, no Márquez. Para el caso, me vale Márquez. Don Juan. Se postuló para arrebatar al PP la alcaldía de Lucena del Puerto y su aspiración muERE. El ERE de Juan Márquez va a costar más de un disgusto a este onubense que fue Delegado de Empleo y Director General de esa Consejería manejada por el Psoe. Le han pillado con las manos en la masa del prejubilado intruso. Uno, que se sepa. Veremos cuando termine el recuento, qué grado sísmico alcanza el angelito tenorio.

 

Se hace eco el diario El País. Cómo cambian los tiempos. El periódico de Cebrián saca a luz marrullerías psoecialistas. Lo que hace la falta de dinero y el celo por Roures. De 11 trabajadores, dos eran intrusos. Magnífico. Casi un 20% de error en la garantía. Los firmantes del expediente, quienes fueren, deberían pasar al baúl de los expedientados por causas objetivas y, previo procedimiento con todas las garantías, a la calle. Hombre. Si fueran 1.011 los despedidos, cabría la equivocación. Un hecho singular en un mar de tiburones, se califica de milagro. Tantos olvidos, tantas miradas torvas, tanta mudez, tantísima golfería, no, no es posible.

 

Juan Márquez dice que no recuerda. Casi todos los chorizos contestan lo mismo. Es la cantinela de los delincuentes y el sonsonete de los sinvergüenzas que se alían con el demonio del poder a costa de asesinar al dios de la verdad. No se acuerdan. De qué te acuerdas, Juan Márquez, de qué.  A continuación, comienza a recitar la segunda parte del guión. El libreto es estricto. Después de alegar desmemoria, toca el turno de la “tabula rasa”. A partir de mí, dicen, la irregularidad se acabó. Estoy limpio como una patena, agrega convencido el sacrílego que profanó la capilla universitaria de la Complutense. Los valientes para el mangoneo muestran su cobardía a poco que avizoren el pitón del toro.

 

A esto, que viene Mario Jiménez, el amigo de la inocencia, y deja caer que el pobrecito Márquez no va de cabeza de lista a las municipales de Lucena. Que quién se atreve a decir tamaña estupidez, refuta airado el moguereño sin darse cuenta del cartel electoral que luce a sus espaldas. Anchas espaldas las de Mario. De estibador de bajos muelles políticos. Porque carga, lo que se dice carga, este hombre lo más que ha sostenido es el maletín de Barrero o el portafolios de Griñán.

 

Una más. Y van. En todo caso, tranquilos. Lo de Juan Márquez no ha sido la primera ni será la última. En la tropa del psoecialismo patrio, como una ficha se deje caer inoportunamente, las demás comienzan a salirse de la fila no sea que el empujón eche por tierra sus excelencias escondidas.  Por ejemplo, el asunto Montblanc. Juan Márquez debería acompañar a Carlos Sánchez en la singladura de los desembarcados en plena travesía. Un colchón neumático y, hala, a puerto. Pero no al de Lucena. Al de El Conquero. Por favor, al de Lucena, no.

 

Un saludo.

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