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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LA ECONOMÍA SOCIAL

 

 Nombres. Conceptos. Ideas. Frases. Palabras. Sólo palabras. La eterna lucha entre nominalismo y realismo. Es cierto que el nombre existe aunque no se conozca el objeto o el sujeto al que designa. El concepto marciano hace referencia al habitante de Marte, mas nadie ha visto a individuo de esta procedencia, salvo los creadores de ET y otros adelantados de la ciencia-ficción.

 

En el terreno de la fantasía hay que situar las promesas de algunos políticos. Su habilidad para lanzar mensajes hueros es comparable a su capacidad para olvidar lo que en su momento dijeron. Una pasada la suya. En este punto, coloco al señor Torrijos, líder político de Izquierda Unida en Sevilla y cooperador necesario del todavía alcalde Monteseirín para malgobernar el consistorio hispalense. Torrijos, izquierdista de ideología engeliana, puede escribir manuales acerca de cómo el grito a las barricadas se ahoga en la boca llena de mariscos. El hombre agota en su figura de sindicalista decimonónico todo su caudal político. En la figura y en la dialéctica trasnochada de quien no tiene más discurso que el reproche a la memoria histórica. Torrijos, ese hombre.

 

Entre Valderas y Torrijos se cargan la credibilidad que en Huelva posee Pedro Jiménez. Pedro. No confundir, por favor, con Mario, el amigo de Barrero, Griñán y otros responsables, ejem, del Psoe. El titular del programa de IU es la economía social. No dice el prohombre en qué consiste, pero qué bien queda. Es posible que se refiera al derecho de todos los desfavorecidos de nuestro país a darse un festín de gambas y langostinos a costa del erario público. No ya en Bruselas, que se conformarían en la cervecería más humilde de sus pueblos. O acaso la economía social aluda a las medidas que emprenderá el partido una vez alcance el poder cuando, claro, las ranas críen pelo o una vez, más diáfano todavía, que Zapatero sea bendecido por la sensatez política. Largo me lo fiáis, amigo Sancho.

 

La primera medida de Torrijos es procurar la igualdad. Toma del frasco, carrasco. Propugna un plan de choque contra el paro en Sevilla. Después de cuatro años de coaligación con el psoecialismo local, el candidato por la capital de Andalucía en las inminentes elecciones municipales, se deja caer ahora, después de cuatro años de ascetismo y pantagruélicos encuentros, con que el paro es vencible. Plan de choque o chocazo planificado. No es lo mismo, pero suena parecido. Concédanle los electores un mínimo de veracidad a sus palabras y, al tiempo, verán lo que tarda el inconmensurable personaje en arrimar las concejalías al ascua de la sardina de Espadas. Voto útil el de IU para el Psoe. Muy útil. Dos partidos y un destino. Dos ideologías y una sola corrupción. Admirable. Mirífico. Portentoso.

 

Eso sí. Hallado empleo para los próximos, los ajenos sigan en la cola del paro. No hay cargos suficientes para  satisfacer a tantos aspirantes al pesebre. No obstante, por mucho que la economía siga en la profunda sima en que el gran hijo de León la ha postrado, Torrijos podrá objetar, dentro de otros cuatro años, que por más que lo intentó, él no puede hacer milagros. Ni mañana ni hoy ni ayer. La economía social de Torrijos es la política marciana de Zapatero. Nombrarla se puede. La realidad nos niega su existencia.

 

Queda el consuelo de que se multipliquen los bien pagados cursos de formación, o que las subvenciones se incrementen, o que los impuestos aplasten más a los contribuyentes, o que los pensionistas sufran más dolorosos pellizcos en su magra remuneración, o que se copie el modelo Gadafi y se someta a la población con medios tan stalinistas como la tortura, el bombardeo o instrumentos pacifistas análogos. Una joya, el señor Torrijos. Un hombre del pueblo de los pies a la cabeza. Un economista social. Un marciano singular. Tan creíble como Rubalcaba en el faisán. Economista. Social. Pobre rico. Sevillano pobre. Andaluces, levantaos. Pedid justicia y libertad. Sea por Andalucía libre, España y la Humanidad.

 

Un saludo.

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