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Francisco Velasco. Abogado e historiador

ESPERANZA: EL CÁNCER ES LA CORRUPCIÓN

 

 Esperanza. La señora Aguirre es la promesa cumplida. Es la madre de guante espartano y ateniense mano. La presidenta de Madrid transmite confianza, seguridad e ilusión. Dicen que se ha sometido a una operación para extirpar un cáncer de mama. De un tajo. A los tres días, fuera. Esperanza es agente y paciente.

 

No se da tregua. Ni la concede. Ella sabe que en Madrid como en el resto de España, el verdadero cáncer social es la corrupción. El pecado de hacer privado el patrimonio del pueblo se extiende por todas partes de nuestra geografía. Esperanza es el freno. Esperanza es el efecto. Es la derecha hecha izquierda y la izquierda del hacer que reniega de la izquierda de la ideología máscara. Es la mujer hecha heroína en un mundo de cobardes. Es la exigencia hecha dama y el trabajo en persona. La responsabilidad del líder se encarna en Esperanza y se sustancia en Aguirre.

 

Noble de casta, pero más de condición. Española de raza, muestra la tozudez limpia de su ascendencia irlandesa. La humildad de su persona en su origen se corona. Viene de arriba y es labriega de abajo. Viste de mercadillo como una rey luce el armiño. No precisa a Dior para que se advierta su elegancia innata. Riega su sensibilidad de Gil de Biedma con el agua evangélica de a dios rogando y con el mazo dando. Lee a Feuerbach pero refuta su praxis.

 

Es Esperanza. Aguirre. Que se presenta a las elecciones autonómicas en Madrid. Bueno. Pues muy bien para los habitantes de aquella provincia/comunidad. Incombustible e incorruptible. Los atentados de Bombay hicieron de su fortaleza un mito. Supera el accidente del helicóptero y sobrevuela las bombas terroristas. Incólume del accidente y del incidente, que diría Zapatero. Incidente entre charcos de sangre. Descalza en medio del rojo y doliente líquido.

 

Y, sin embargo, ahí sigue. Al pie del cañón de la libertad. El cáncer es la corrupción, dice. A ras del terrorismo, de la xenofobia, de la desigualdad, de la ausencia de libertades individuales. La enfermedad es la mentira y el engaño.

 

Esperanza es el antídoto. Los madrileños lo saben. Y los andaluces. Y los psoecialistas españoles, más que nadie. La vacuna es personal e intransferible. No se inocula. Debe ser vaca. Vaca. La esperanza es la vaca que extermina la corrupción. Habrá que clonarla. Mejor, no. No.

 

Un saludo.



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