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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EL SOÑADOR DORMILÓN

 

 Hijo predilecto de Andalucía. El Gobierno del Psoe que detenta, ostenta, regenta y que se pavonea de gobernar la Junta con las mismas malas artes que el señorito su coto de caza, ha concedido a D. Alfonso Guerra el título honorífico de Hijo Predilecto. Predilecto. Preferido, querido, favorito, distinguido, protegido, mimado.

 

Preferido por el poder psoecialista, al que sirve y del que se sostiene desde hace casi cuarenta años. Querido por el partido psoecialista en el que se enroca para seguir mamando de la ubre política el tiempo que pueda hasta jubilarse nunca. Favorito de Felipe y privilegiado del felipismo por más que sus amistades se truncaran cuando el expresidente le arrebató la cocina. Distinguido en tanto su sobresaliente dominio del chascarrillo compite en excelencia con su extraordinario dominio del insulto al adversario de la derecha. Protegido y escudado en unas siglas hermosas adulteradas por algunas de sus actuaciones y prostituidas por acciones delictivas de algunos de sus más caracterizados compañeros de panda sectaria. Mimado por malcriado en el seno de una familia honrada y malacostumbrado en el marco de una organización que defendió la guerra sucia, los fondos reservados, los expedientes de regulación de empleo y la corrupción en sevillamerca.

 

Predilecto Alfonso. El humilde Guerra, así se autocalificó el otrora mandamás de la transición, tiene la sencillez y la modestia del más altanero de los personajes esperpénticos de Valle Inclán. O sea, ninguna. Se conduce, en ciertos foros, de modo despótico y cruel manteniendose en el poder, cual Santos Banderas, gracias al terror que su poder en la sombra inspira y a la opresión que con su verbo inmisericorde ejerce. Su humildad es la del santo de Asís pasado por los lobos de las redes sociales. La soberbia y la altivez se hacen diminutos gnomos en la mente desvalida y proletaria del “henmano” de Juan Guerra. De escándalo, oigan, la conspiración de la dialéctica de vendedor de perfumes falsos en tarros de marca.

 

Un soñador, se autoloa. Sueño de una Andalucía, exclamó, capaz de borrar a la élite indolente y codiciosa de otro tiempo. Si así fuere, el sueño quimérico y utópico del diputado eterno se convertiría en pesadilla visionaria de la propia realidad presente. No quiere despertar Alfonso. Su poesía machadiana huele a rancio. Se apropia del carisma del egregio lírico y se cree heredero de su obra y de su singular legado literario. Nunca perserguí la gloria, versificó el sevillano nacido con la Restauración borbónica. En la gloria bendita sigue viviendo el impar líder del sector guerrista del Psoe. Y qué disfruta de su preciosa imagen. Alucinante su discurso: "Andalucía es mi tierra y es tierra de soñadores, y yo soñé una Andalucía que debería estallar de luz y color y sentar su dignidad, y supe acompañarte a levantar tu dignidad". Sin pestañear. Pocas veces Zapatero superó una rapsodia tan impostora.

 

El presidente de la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados se enorgullece de su Andalucía y de su España al tiempo que ni un mohín de disgusto surca su frente al enfrentar el problema separatista de la Cataluña de Montilla y del País Vasco de Eguiguren. Es único Alfonso. Hasta tiene momentos de ingenio. Gracia, lo que se dice gracia, maldita la que me hace. Inteligencia se le supone. Listeza, como astucia de viejo zorro. Luchó por su libertad con el mismo entusiasmo que por su patrimonio. Por su libertad, que no la del pueblo. Por su patrimonio, que al ciudadano, ni agua. En similar medida que dejó su sangre por el patrimonio y la libertad de cinco millones de parados. Exánime está el hombre a causa de su esfuerzo.

 

Me parece que Guerra ha visto “el dormilón” que protagonizara allá por los años setenta el genial Woody Allen. El neoyorquino satirizó el mundo futurista. El hispalense esquilma el pasado de la historia reciente de Andalucía con la misma celeridad que olvida el presente de nuestra tierra. Líder en desempleo y farolillo rojo en educación. Alfonso, Alfonso. Quien no te conozca, que te compre.

 

Un saludo.

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