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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LISTAS Y LISTOS EN LA PRECAMPAÑA

A lo Leonardo. La presidenta de la Diputación de Huelva. Lo que ha tenido que estudiar esta señora y los méritos que ha debido contraer para llegar a la cima de tan alta institución y ser agasajada como es. La presidenta, decía, se vistió con colores de Da Vinci, y adoptó el contraposto renacentista de Cristo en loor de multitudes. Brazos alabeados cual barroca columnata de Bernini que dan paso a unas manos abiertas y acogedoras en las que todos son bien recibidos. Celestial doña Petri. Qué imagen. Ha faltado al periodista gráfico ponerle el toque de sfumato para hacer del icono una estampita de la nueva modernidad estilo Paris Hilton. Digo esto último por el lujo del palacete y por lo que ha costado al erario público el caprichito de la egregia dama.

 

Descomunal la figura de la señora Guerrero. En su discurso, ha dicho la inefable política, un lema, una consigna, una obsesión: la necesidad de cambio. Para ello, la movilización de la gente. Sin policía que obstaculice, ech, que ella no es funcionaria mileurista. Es que -ha remachado- hay que sacar a Huelva de la pesadilla de los últimos años. La genitora de tan ínclito mensaje se quedó traspuesta al cabo de tan doloroso parto dialéctico. Qué esfuerzo de la histriona psoecialista para pronunciar tamaña barbaridad sin sonrojarse y sin que la voz le temblara. La pesadilla la ha generado su partido, su gobierno y su propia impostura profesional. Cómo va a despertarnos de tan aciago sueño la secta que nos ha sumido en él.

 

Con el impudor que la caracteriza, la emperaora del hotel París echa en falta una alcaldía que luche por crear empleo. Ella, parte activa de un Gobierno que ha elevado la cifra del paro a cinco millones de criaturas. Ella, que empuja a ochenta mil el número de desempleados en la provincia de Huelva. Ella, que respalda los recortes a los salarios de los empleados públicos. Ella, que no se conmueve ante el triste espectáculo de millones de pensionistas a quienes se congelan sus flacos ingresos. Ella, impávida ante el espectáculo del cierre de fábricas y comercios. Ella, que utiliza coche oficial, móvil oficial y lo que sea oficial a mayor gloria de su inagotable ego. Ella, que vive del cuento psoecialista desde su más temprana juventud. Ella quiere crear empleo. Pero si es la almuédana del paro. El nuncio de la ruina de los valores. La mensajera de la pobreza ajena. La modelo del escaparate de la beatiful local. El paradigma del patrimonio privado creado a la luz de las velas y de los arrastres. Ella no crea más puestos de trabajo que los que sirvan a su encumbramiento.

 

 

Doña Petronila quiere crear guarderías. Y, sin embargo, qué ha hecho durante todos estos años que no ha construido ni una. Pretende regalarnos el Ave, que para eso Pepe Blanco es su amigo y tiene lengua larga y mentirosa cual cortinón de teatro. Y por qué no movilizó, a lo largo de la legislatura que termina, la edificación de la vía férrea desde Sevilla. Nos prometió un aeropuerto y nos legó el vacío y el agujero económico. Nos vendió la calatraveña estación de ferrocarril cuando, en realidad, ocultaba un apeadero de aldea. Nos refregó los puentes y, en su lugar, heredamos la nada. Ha tenido en su mano presupuestos millonarios para hacer de Huelva un vergel y, como Hermano Lobo, nos cita para el año que viene si dios quiere. La palabra de doña Petri es como la leyenda que lucen algunos establecimientos mercantiles: “hoy no se fía; mañana, sí”.

 

Lo peor de los embaucadores es que piensan que la ingenuidad del pueblo no tiene fecha de caducidad. Se consideran tan golfos que la bondad de la gente es la mayor fuente de sus estafas. He pensado en los mejores del Psoe, enfatizó, para sacar adelante a esta ciudad. Del Psoe. Fuera del partido/panda, nadie. No se extrañen. La emperaora, como sus homónimos en la antigua Roma, llama bárbaros a los que se situaban fuera del “limes” del imperio psoecialista. Salvo ellos, corruptos en su mayoría, los demás, bárbaros. A lo peor, la seño Petronila ignora que un bárbaro es, también, algo que causa asombro y admiración. Bárbaro, sí. Corrupto, no.



Lista muy lista. Lista la de la lista. Lista. Listón. Alista.



Un saludo.

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