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Francisco Velasco. Abogado e historiador

FERNANDO LÓPEZ Y RAMÓN INFANTE

 

 Casa. Cosa. Nostra. Posesión. Tenencia, Goce. Dominio. Mandato. Feudo. Abuso. Cópula. El posesivo nuestro/a se expresa en términos de legitimidad pero también bajo fórmulas de ilicitud. La condición de poseedor no va unida a la personalidad humana. Puede serlo una persona física y una persona jurídica. Puede ser atribuida a cualquier persona incluso a un no concebido. Puede, incluso, detentarse de la forma más ilegal. La posesión no es propiedad. No necesariamente. Algunos políticos, a lo que se ve, confunden el poder temporal que el lectorado le otorga, con la creencia torticera de que el pueblo le entrega la propiedad vitalicia de dicho poder.

 

Que sí, que sí. Que los nombres y apellidos están cambiados. Adrede. Se trata de significar que uno y otro han sido la moneda con la misma cara de moralidad que ha mostrado UpyD en Huelva en los últimos tiempos. Uno, Fernando Infante, y otro, Ramón López, han realizado un trabajo político impresionante. Desde la precariedad de sus recursos pero merced a la admirabilidad de su esfuerzo y de su capacidad, han sabido imprimir al partido que lidera Rosa Díez un marchamo de organización pata negra. Calidad garantizada. Voy, incluso, más allá. A este articulista descreído que sólo admite como válida la prueba basada en hechos, en evidencias, por encima del siempre subjetivo testimonio, le ha costado admitir que el mensaje de estos dos señores, pese a su voluntad, fuera realmente el que enviaban urbi et orbi.

 

Sin embargo, Fernando y Ramón, López e Infante, han operado el milagro. He terminado asumiendo que estos dos hombres no son los personajillos al uso que degradan la vida política. Son personajes de pro. Ellos me han convencido de la idea de que UpyD no era la marca española del Psoe ni el rostro limpio de un partido que tiró por la borda su condición de socialista, de obrero e incluso de español. Me convencieron a través de su hechos, de sus gestos, de sus palabras, de su ejemplaridad, de su notoriedad como profesionales y de su excelencia como juristas. Me transmitieron la credibilidad de su ideología y la autenticidad de sus acciones. No vendían una burra vieja ni un coche apañado.  Lo que pasa es que el mensaje nacía y moría en ellos.

 

Al cabo, uno se sorprende de la noticia que adelantaban algunos medios de la provincia y que hoy se propaga a través de facebook. Ramón y Fernando abandonan UpyD. Pues muy bien. O muy mal. Que dos abogados de la calidad de estos dimitan a causa de su negativa a aceptar chanchullos impropios de adalides de la asepsia democrática, nos señala que el partido de Rosa Díez mantiene visos ventajistas de la matriz oscura. Mas lo que enaltece a estos dos señores es el haber abandonado la formación a la que tantas horas dedicaron, antes de las elecciones municipales y autonómicas. No son roedores que huyen de la nave cuando ésta comienza a hundirse en el océano de la derrota.

 

La democracia es, aunque muchos la mancillen. Fernando Infante y Ramón López son demócratas porque son limpios y son limpios porque son demócratas. Es verdad que muchos lamentaremos, y el lamento es la mostración de una desazón, la retirada precoz de ambos políticos. Se esperaba mucho de su buena praxis en caso de que el electorado hubiese confiado en ellos en el número suficiente como para obtener alguna concejalía o escaño parlamentario. No podrá ser. Por lo menos, no en UpyD.

 

En esta tesitura, mi cabeza me conduce por los derroteros de la cultura más ignominiosa. La casa/cosa nostra. El mare nostrum con que el imperio romano nombraba al Mediterráneo. El juramento de ingreso de la cosa nostra pasaba/pasa por la lealtad al jefe y por el valor para defender al padrino. Entras vivo y sales muerto, te amenazan. Levanta tu dedo y haz brotar una gota de sangre, que simboliza tu nacimiento en nuestra familia. A partir de ahora somos uno hasta la muerte. Ahora eres un hombre hecho, un "amico nostro", un "soldato de la famiglia".

 

Fernando y Ramón nunca tuvieron sentido de propiedad política. Muy al contrario. Sí conocían el alcance y los límites de la posesión. Su altruismo y su filantropía les situaron en las antípodas de la corrupción. Los mejores, la aristocracia del oficio, siempre mueren los primeros. Lástima. Admiración. A don Fernando Infante. A don Ramón López.

 

Un saludo.

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