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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LA NACIÓN DEL ESTADO

 

La nación del estado o el estado de la nación. Las dos cosas. La primera es una estructura jurídica constitucionalizada que algunos tratan de hacer saltar desde sus trampolines políticos. La segunda es una coyuntura política que no se puede judicializar.

 

Los hay que ponen en duda que el Estado español sea la forma de organización de la Nación que España es. El mismo presidente zangolotino aseveraba que la nación es un concepto discutido y discutible. El dictador revestido de demócrata y abducido como demagogo otorgaba razón al Estatut antes de que el Tribunal Constitucional publicara su polémica sentencia. Qué sabe el político si sólo se quiere enterar de lo que a su interés conviene. En la cháchara más trivial encuentra Zapatero la esencia de un discurso huero. Distrae la atención en memeces dignas de peor causa a fin de dar una larga cambiada a lo que hoy se está cociendo en España.

 

El magnífico, excepcional y emocionante triunfo del equipo de fútbol que ha representado a España en los campeonatos mundiales de Sudáfrica, simboliza algo más que un sentimiento nacional o patrio. Mucho más. Significa la victoria de la profesionalidad, de la calidad técnica, de la abnegación física e intelectual, del espíritu de grupo, de la humildad de trato, de la excelencia competitiva, de la virtud del trabajo en común, de la voluntad de servir a la sociedad toda. Toda. Sin parcialidades discriminatorias, sin partidismos segregadores, sin actitudes sectarias, sin acompañantes turiferarios, sin mercenarios de la loa inmerecida, sin compañías facciosas. El éxito radica en la sabiduría, en la voluntad y en la potencia traducidos al acto. Entre el equipo de fútbol y la panda del Gobierno, un talud vertical, abrupto y escarpado. Del Bosque, arriba. Zapatero, abajo.

 

Cree el pequeño presidente pequeño que ojos que no ven, cardias que no siente. Se lo quiere creer. Confunde, de nuevo, deseo con realidad. Ahora le toca debatir. El estado de la nacion preocupa. A España entera. El Estado y el estado. Ambas nociones se hallan en peligro. Denostado el primero, enfermo el segundo. En el Congreso, corresponde negar la mayor. Toca mentir, como casi siempre. Es el turno del mentiroso compulsivo. Es la vez del embuste manipulador. Se trata de recetar aspirina cuando urge medicina invasiva.

 

Zapatero se apresta a llevar adelante una mala gesta de la anti-heroicidad. Renegar de la verdad. No nos quiere hacer libres. Nos quiere ver en la jaula de la inmoralidad, del relativismo, de la ley cambiable y de la modificabilidad de los principios y de las reglas de la democracia. Lo que pueda decir Rajoy, es fruto del victimismo de la derechona. La consigna es clara: el PP quiere que España vuelva a tiempos pasados de la rancia dictadura. La consigna pasa por desmontar a los grupos opositores que se atrevan a criticar la gobernanza zapateril. Las consignas siempre son lemas araneros. Carecen de argumentos y escarban en la arena movediza. No tienen otra.

 

El equipo de Del Bosque posee las virtudes que debe exigirse al de Zapatero. Uno es profesional. El otro, mal aficionado. Los resultados cantan. La dicha y la tristeza de los españoles definen. El equipo humano se distingue, en cualquier caso, de la banda. La voz se aleja del eco. Nunca el eco es la voz. Si acaso, el reflejo distorsionado de la palabra. España es la voz. La voz. La voz del pueblo.

 

Un saludo.

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