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Francisco Velasco. Abogado e historiador

¿ES MONTILLA UN FACHA?

En los regímenes fascistas, el Estado interviene en todos los ámbitos de la vida privada y pública, recortando y condicionando la libertad de los ciudadanos. Sociedad, política, mentalidad y pensamiento son conducidos por la educación y, en defecto de ésta, por la propaganda de los medios de comunicación. La aspiración de los partidos de izquierda prosoviética es arrinconar al adversario de derecha al que acusa, entre otras lindezas, de guerracivilista, fascista, xenófobo, homófobo, fundamentalista clerical y encarnación de la animadversión hacia las clases obreras. Ambiciona el control de los trabajadores a través de sindicatos subvencionados hasta la clámide. La meta es el poder omnímodo.

 

La Cataluña del tripartito que preside Montilla pero gobierna Carod se conduce por derroteros como los citados, a poco que se siga con mínima atención la política de esa coalición segregadora. Tanto en política lingüística como educativa, la actuación de estos trileros de la caverna más oscura se caracteriza por hacer en contra de. No a favor de su comunidad. En contra de la idea y de la concreción de España. No a favor de la libertad. En contra de los derechos fundamentales. Por las buenas o por las malas. Con todos los instrumentos que puedan disponer, incluidos la ciencia y la tecnología que, como aseveraba Habermas, se destinan, en vez de a la búsqueda desinteresada de la verdad, a perpetuar las instituciones del estado y a despolitizar a los ciudadanos. La ciudadanía sumida en una burbuja de plástico hasta asfixiar sus meninges o idiotizar sus neuronas por falta del oxígeno que proviene del exterior.

 

El Estatut no es la norma rectora de los principios democráticos de una comunidad autónoma. El estatut es el arma arrojadiza que se dispara contra la Constitución del Estado español y, sobre todo, contra la Nación que España es. Si el marco constitucional, mayoritario, abierto, consensuado, flexible, descansa en la fuerza de la razón, el diseño del Estatut se resume en una flecha envenenada que se pretende clavar en el corazón vivo de ese Estado que avanza. Es la recreación de la antinomia que Sófocles planteó en su Antígona: la fuerza de la razón que quiere ser hundida por la razón de la fuerza. La pluralidad, pisoteada por la vil bota de hierro del totalitarismo más stalinista. Creonte se impone a Antígona sin otro argumento que su fuerza bruta.

 

El tripartito de Montilla que conduce Carod se incrusta en comportamientos análogos. La ideología es la coartada del psoecialista para justificar lo que nunca podrá justificarse: la represión de las libertades y la opresión de los ciudadanos. Servidor opina que Montilla es un fascista. Integral. Carod, ni les digo. Zapatero, qué voy a contarles. Una pena y una vergüenza.


Un saludo.

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