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Francisco Velasco. Abogado e historiador

CIUDADANO CORTÉS, JUAN JOSÉ

  La actitud de las cábilas psoecialistas es obscena. Una vez más, algunos militantes del Partido en el poder hacen de la formación una secta. Una secta furibunda. Todo es permisividad mientras la población de la tribu respeta al hechicero y se inclina ante el jefe. Cuando esto no se produce en la medida dictada al milímetro, comienzan las cortapisas. Aparecen, en primer lugar, los ojeadores. Observan la importancia del episodio, informan y, desde la jaima del principal, se adoptan las decisiones exploratorias. Con frecuencia, el ganado indócil retorna al redil. Se apunta la falta y se previene al infractor. Y así.

 

    El rito permanece invariable desde hace un siglo. Que nadie se mueva, avisaba don Alfonso Guerra. Pressing de agobio. Que la foto es muy sensible y detecta el más nimio guiño. Que se lo digan a Pablo Castellanos. O a Joaquín Leguina. O a Cristina Alberdi. O a Jordi Sevilla. Que se lo digan. Ahora le llega el turno a Juan José Cortés. El hombre sacó los pies del tiesto y le quieren cortar la lengua. Jefe, brujo y acólitos se retrataron, aprovechados, junto al dolor del padre. No al lado del hombre. A la vera del dolor personal más sagrado. Se retrataron. Una vez más, el engaño fue fin. La manipulación del hombre, medio.

 

    Juan José Cortés ha roto su carnet del PSOE. Lo que ha hecho. Se atreve a desafiar al poder del jefe. Y, además, no calla. Coquetea con los de Rosa Díez, otro icono en desgracia, y, para colmo del desvarío sacrílego, se acerca a la troupe popular de Rajoy. Ojo. De Rajoy y, sobre todo, de Aznar. Habráse visto. A por él. Suelten a los lobos. Abran las compuertas herméticas de la caverna. Que huelan a la presa. Que salten al pescuezo. Dentelladas al gaznate. Sin remilgos. Sin piedad. Que pague con la vida. Así no hablará. Hagan campaña previa. Que se aprovecha de la desgracia de su hija. Que busca sacar rédito de su luto. Que actúa movido por una ambición enfermiza. Que es un pobre hombre sin estudios. Que está cegado por las luminarias de las televisiones. Corroído por el ansia de dinero. Siléncienlo.

 

    Este relator no conoce personalmente al señor Cortés. Sin embargo, he seguido sus intervenciones públicas con un interés inusitado en quien esto escribe. Juan José Cortés se ha mostrado como un hombre íntegro, sereno, capaz, lúcido y entero. Sensato Cortés. Dechado de sentido común Juan José. Con una inteligencia natural que descubre un interior cultivado. Que no tiene título y no puede asesorar en Derecho Penal, le reprochan. Anda. Ni Pepe Blanco. Ni Luis Pizarro. Ni José Montilla. Y ahí los tienen. En altas esferas políticas. Claro, que ellos son de la cábila y a ella se deben. Entonces, sí. Entonces, los plácemes y las loas. No se apartan de la senda y la senda dirige sus pasos con la fidelidad del nacido esclavo. Fíjense en la experiencia académica, profesional, empresarial o política del señor Zapatero. Más de veinte años de diputado cunero y, de pronto, he ahí, la cumbre. Ha llegado a la cima sin más oficio y beneficio que la obediencia debida, la buena palabra y la nefasta acción.

 

    Juan José Cortés. Le animo a seguir. Conserve su esencia. Busque la luz del ejemplo. Aléjese de las pompas y de las malas obras. Usted no es cábila. Es persona. Es ciudadano.Ciudadano Cortés, Juan José.

 

    Un saludo.

 

 

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