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Francisco Velasco. Abogado e historiador

RIESGO PAÍS, PAÍS EN RIESGO

 

 Íntimamente ligadas las expresiones, sí, pero distintas. Los economistas han acuñado el concepto "riesgo país" y lo han definido con gran propiedad: el que entraña un país para los inversores extranjeros. O lo que es lo mismo: cada día que desgobierna Zapatero, la inversión foránea huye despavorida. Cosa lógica. Ningún empresario invierte por amor al arte. Quiere beneficios. Un descenso de las ganancias previstas les pone de los nervios.

 España ocupa un alto lugar en el índice riesgo país. ¿Por qué? Porque la deuda pública desmesurada que está emitiendo el señor Zapatero ha conducido a España a un riesgo casi inasumible. Me explicaré. Si la deuda española se ha incrementado de manera desorbitada, ¿cómo vamos a pagar a nuestros acreedores? Si seguimos emitiendo deuda y determinados países nos la compra, van a elevar el interés que exijan por dicho préstamo. Si por cada mil euros de deuda, el índice nos situaba en un interés del siete por ciento, cuanto menos confianza inspiremos a los prestamistas, mayor interés nos exigirán en el futuro. De esta forma, si por cada mil euros, abonábamos mil setenta, a partir de ahora, pagaremos mil ochenta, mil noventa y más y más.

 En el marco de una economía saneada, con una tasa de desempleo en torno al ocho o el diez por ciento, el Estado se puede permitir el lujo de emitir puntualmente más deuda. Pero en España, cercano el paro al 20% de la población activa, disparados como cohetes los subsidios de desempleo, clausuradas miles de empresas, en polvorosa los pies de los inversores internos y foráneos, derrumbado el sector inmobiliario, inflada la Administración Pública, desterrada la política de innovación, fracasado el sistema educativo, cautivos los sindicatos, y rota la confianza en el equipo gubernamental, en España, digo, la calificación de riesgo país se va a las nubes. Así, éramos pocos y parió la abuela.

 Las pasarelas por donde transitan las economías real y financiera, no tienen por qué ser paralelas. Sus caminos pueden seguir una relativa divergencia. Relativa, mas no absoluta. Relativa, pero no opuesta. La plausible convergencia, ligeramente desviada, ha desembocado en una divergencia escandalosa. Cuando esto ocurre, el sistema tiene los cimientos de barro y por mucho cuidado que pongas, el tortazo no lo evita nadie.

 Este articulista no quiere culpar al presidente Zapatero del desbarajuste del sistema. No. Sería mentira y, por tanto, injusto. No obstante, sí responsabiliza a este señor de la escoliosis de esa columna vertebral de la sociedad española. Sí le imputa el engaño continuado, pertinaz, intencionado y electoralista de vender como pura sangre lo que era uno de los caballitos famélicos de Juan Guerra. Sí le imputa su malsana soberbia política de querer ser Aznar a pesar de carecer de los atributos de su predecesor. Sí le acusa de convertir el Estado en un cortijo verbenero donde reina el jolgorio, imperan los caciques, mangonean los oligarcas, padecen los jornaleros, sufren los parados y se satisfacen los corruptos.

 El riesgo país, señor Zapatero, nos lleva a un país en riesgo de quiebra. Y mientras, usted, tonteando en la tierra de la NBA. Por mí, como si quiere quedarse. Favor el que nos haría a los españoles. El problema es que sus seguidores, o secuaces según qué casos, van a seguir vendiéndonos la vespa como una Harley Davidson. Donde irás, buey, que no ares, decía un amigo. Dónde.

 Un saludo.

 

 

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