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Francisco Velasco. Abogado e historiador

CONGREGACIÓN ZAPATERIANA

 

  Una de las acepciones del verbo rezar es decir por escrito una cosa. No es aplicable este significado al rezo que, es de suponer, practicará el señor Zapatero en Estados Unidos. Más bien, debe referirse a la idea de dirigir alabanzas o peticiones en señal de culto. Culto entendido ya como homenaje que se tributa a Dios, a la Virgen o a los santos, ya como devoción que se siente hacia alguien o algo. Rezar con Obama, sí. Por las víctimas de ETA, no. Por el soldado asesinado en Afganistán, menos. Con Obama, sí reza. Con grandes empresarios, también. Con la soldadesca, va a ser que otro día.

 Zapatero, el todavía presidente, se ha publicitado como acérrimo adalid del Estado laico, es decir, de un estado independiente de cualquier organización o confesión religiosa. Lo cual me parece, en principio, bien. Sin embargo, nuestra Constitución no habla de Estado laico. Sí afirma que ninguna confesión tendrá carácter estatal, lo que se deriva del respeto al derecho fundamental de libertad religiosa. Libertad religiosa. Libertad. La confusión de mosén Zapatero entre lo laico y lo confesional hace que uno albergue dudas sobre la capacidad comprensiva e intelectual del secretario del PSOE y/o sobre la tragedia de sus buenas/malas intenciones. ¿Que por qué? Sus ataques a la Iglesia católica han sido reiterados, constantes y contumaces a lo largo de sus seis años de desgobierno. ¿O no? La defensa del aborto como un derecho, en vez de como una facultad contemplable, revela su catadura moral y su voluntad de afrenta a las más esenciales ideas cristianas. ¿O sí? Tantos ejemplos...

 La presencia del presidente del Gobierno español en el tradicional acto religioso al que ha sido invitado por Obama es, sin duda, polémico. No sé si hablará de Dios. De la religión como sistema de creencias sagradas. De la Iglesia como Asamblea de fieles. No lo sé. Mas me aventuraré a pronosticar el contenido de su discurso basándome en la sensiblería del personaje que atribuye al viento la propiedad de la tierra.

 El poco ilustrado Zapatero, que dice haber releído en Navidad a Keynes, aludirá a la filantropía como su religión civil. El amor a la humanidad. A toda ella, sin distinción de ideas, razas o convicciones. Filántropo Zapatero. Tan filántropo, que legisla cuándo y cómo pueden morir los nascituri. Tanto ama a la humanidad, que rechaza la presencia de crucifijos (símbolo del amor al prójimo) en espacios públicos. Su amor a los seres/seras humanos/humanas (que diría Bibiana) le impulsa a fomentar la igualdad entre los ciudadanos, dentro del partido, por supuesto. La prosperidad moral y económica de la sociedad es el motor que alienta su política de paro, a fin de que el trabajo no interrumpa la oración constante. Seguro que, a la vista de "El rezo del Angelus" de Millet, ZP se  molesta. No por la oración puntual de los trabajadores. Por su trabajo. Quietecitas, en paro, gusta más al presidente por accidente.

 

 Filántropo y aliancista. En su persona se re-ligan la espiritualidad del ser atormentado y la sensibilidad del verdugo atormentador. Confluyen en su figura Hyde y Jekyll, ángel y demonio, guerra y paz, noche y día, odio y amor. Encrucijada de caminos en oposición. Eso es Zapatero. Punto de encuentro. Como creyó serlo Rasputín. Rasputín. Revolución rusa. Romanov. Borbones. Ya estamos: los Borbones como los Romanov. La burra al trigo.

 Un saludo.

 

 

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