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Francisco Velasco. Abogado e historiador

TOCADA Y SUMERGIDA, LA ECONOMÍA

 

14.E. Tocada y sumergida. Hundida, no. Parcialmente tocada. En parte, sumergida. La nave económica de España sufre un desgarro muy grave. Camino de las atarazanas. De los astilleros de Huelva, no, que el PSOE andaluz quiere cerrarlos. De las atarazanas. Como las viejas carabelas colombinas. La crisis ha maltratado el viejo navío que Aznar restauró hasta hacerlo transatlántico. Eran otros tiempos. Un gran armador puso al frente a un capitán brillante, Rodrigo. En la oficialidad, un grupo de marinos expertos y honrados. La marinería, ciudadanos libres y sacrificados. El antiguo carguero reconvertido en moderno bajel. Otra época, mecaschis.

 

El otro lado de la política. El bien y el mal. A la bonanza sucedió la tormenta. Del armador que azocaba, al advenedizo que apenas sujetaba los cabos. Del diestro oficial al inhábil grumete. La nave es un colador. Vías de agua penetran por doquier. Ni navega airosa ni cabalga lozana sobre las olas. Se sumerge y cabecea. Ausente la pericia política, el valor se torna cobardía. No hay incentivos y el horizonte no se otea. La tierra no se ve. Zapatero y Cándido son incapaces siquiera de cabrillear. Qué no harán en medio de una niebla espesa. El astrolabio y la brújula no se han hecho para ellos. Perdidos en el mar. Cómo si no podrán explicar lo que baja y lo que sube. Bajan la producción industrial, el consumo, el PIB y el crédito hipotecario. Suben el paro, los impuestos y los expedientes de regulación de empleo. Destino, el naufragio.

 

En medio de la tempestad, el ministro Corbacho, doctorado en ciencias psoecialistas, sitúa la economía sumergida en casi un 20% del PIB. Casi “ná”. Millones de euros que escapan de la hacienda pública. Carga extremada para los que soportamos la Seguridad Social. Como para competir con los “Queen Elysabeth” de otros países. Como para disputarles una carrera sostenible. Qué puede hacer un perdido Villeneuve ante un glorioso Nelson. Un Trafalgar. Eso, un Trafalgar. Nunca tan pocos hicieron tanto daño. La guerra de nuestro barco es intestina. En su seno anida el mal. Sí hay peor ciego que el que no quiere ver. Es quien no deja ver a los demás. Todos ciegos. Ciegos, sordos y mudos. A quien destaque, se le corte la cabeza.

 

A las atarazanas. La nave, a reparar. Los responsables, a destituir. Demasiada nave sumergida. Mucho lastre en los compartimentos estancos. Donde no hay competitividad, la sostenibilidad es una utopía. La economía no se aprende en dos tardes. A tal armador, tales oficiales. El barco, barcaza. La marinería, cada vez más cabreada. A formar. A formarse. ¿Los parados? También. Primero, el Gobierno. Antes que nadie, su presidente. Un tal Zapatero.

 

Un saludo.

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