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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EL NADA CÁNDIDO CO-PRESIDENTE DEL GOBIERNO


 Algunos analistas políticos, con no poca mala uva, sitúan al señor Méndez, líder de UGT, en la vicepresidencia fáctica del Gobierno. Uno, acaso con peor leche, lo eleva a la co-presidencia derecha de Zapatero. Menudo valor el del sindicalista amigo. ¿Amigo de quién? De los trabajadores, no. De los cinco millones de parados, menos. De la prosperidad económica, nada de nada. El señor Méndez es amigo del Gobierno del PSOE. Hay que ser amigo del fuerte, del grande. Poderoso caballero es don dinero.

 Cándido es poco ingenuo. Quién le puso petenera. No sabe ná el ilustrado ugetista. Desde jovencito, ha pateado los carriles, más o menos polvorientos, del sindicalistismo patrio. De Andalucía a Madrid en un quítame allá un Nicolás. Las huelgas generales a Felipe no podían seguir. Del juncal Redondo al flamante Premio Libertas que le concede, cómo no, el PSOE de Alcalá de Henares. Tengan en cuenta que cándido es sinónimo de candoroso y sencillo, pero también de necio e inexperto. Descarto esta última acepción para señalar a Méndez. Listo y experto le cuadran mejor. En grado superlativo.

 Gracias a sus artes políticas y laborales, el mundo del trabajo no está formando el cisco en nuestro país. La inmediatez de los resultados convierte al co-presidente en el más eficaz guardaespaldas de Zapatero. Qué más da que el desempleo nos abrume si ZP sigue como presidente. A quién le importa la crisis de cachalote de esta España de nuestras culpas, si ZP se hace la foto como líder planetario de la Unión Europea. Sólo los malpensantes pueden preguntar al planetario europresidente si está preparado para dirigir los destinos de los 27, siquiera por seis meses. Ofende preguntar según qué cosas a según qué sabios y a según qué guapos. Cándido es su pilar. Su pilar y su cimiento. Su contrafuerte y su arbotante. Él, y no Fraga, es el verdadero dueño de la calle. La dizque izquierda de sindicatos quasi verticales es la que tiene la vara de mando en los barrios.

 Mar sereno. A toda marcha. No hay icebergs a la vista. Tampoco nuestra economía es el Titanic. A este paso, un cascarón viejo que navega, a duras penas, entre la niebla mental de su capitan y la miopía interesada del segundo de a bordo. Marineros, pocos. Menos que van a quedar. Del cascarón, las cuadernas. Los mandamases, entre risas, maldicen a quienes dudan de la capacidad de España para liderar la UE. Perdone, Méndez, no se duda de la capacidad del país. Lo que se teme es la impericia de los capitanes. Un servidor entre los acongojados. Dios nos coja confesados.

 Un saludo.

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