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Francisco Velasco. Abogado e historiador

AÑO NUEVO, FELICES DIEZ


 Un año diez. Deseo a todos un año sobresaliente. De matrícula de honor. ¿Será posible que la ventura nos depare a todos  un año diez? Por lo menos, compremos los boletos. Hagamos los deberes. Invirtamos en esfuerzo. Tengamos fe. De ilusión también se vive. Por lo pronto, el temporal meteorológico nos concede una tregua y la resaca de la nochevieja apenas ha hecho mella. Bien se empieza.

 No quiero mirar atrás. Ni retroceder en el espacio. Hoy es festivo en el mundo entero. Los que trabajan, nos lanzan una buena señal. Trabajan para servirnos. Mi deseo de felicidad es innegociable. Confío en que la política se conduzca, al fin, por el sendero recto. Que España preserve su unidad. Que se reforme la ley electoral para que, por ejemplo, Izquierda Unida no sea discriminada en escaños por los votos nacionalistas.

 Quiero más. Que las dovelas de la economía se ahormen en la cimbra de la confianza. Que la cúpula de la educación se sustente en pilares de entendimiento lingüístico. Que la planta del edificio sanitario responda a la fortaleza traspasable de la basílica romana. Que la tecnología se imponga como recurso necesario y no como fin prescindible. Que la igualdad de hombres y mujeres haga realidad el sueño de siglos.

 Y más. Que la libertad, en la igualdad, y la igualdad, en libertad, sean sustantivos y adjetivos indisolubles. Que las ideas triunfen. Que el respeto igualitario derrote definitivamente a la tolerancia vasallesca. Que las fobias "homos" y "xenos" no devengan filias, basta con que desaparezcan de la cámara de los horrores de nuestra civilización...

 -Nada ha dicho, articulista, sobre sostenibilidad y cambio climático. -Claro, ya dije que anhelaba un año diez. Para ello, debo comenzar de cero. Si nos fijamos en los déficits acumulados, no hay medio de creerse los buenos deseos. De ilusión se vive. Aunque las quimeras se desvanezcan.

 Termino con un extracto de uno de los poemas menos recordados de Juan Ramón Jiménez, acaso el mayor lírico de la poesía española. Con el mismo, apelo a los hados. Dice así: "No es nadie. Era el viento/-¿Nadie?/¿No es el viento nadie?/ No hay nadie. Ilusión./¿No hay nadie?/¿Y no es nadie la ilusión?".

 Un saludo. 

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