Blogia
Francisco Velasco. Abogado e historiador

DESPLOME ECONÓMICO -dedicado a Ostrom y Williamson-


 Si entendemos la economía como administración, se puede concluir, a la vista de la realidad, que el Gobierno mal administra. Mal. Muy mal.

 Afirmaba Adam Smith que una sociedad no puede ser floreciente ni feliz si la mayor parte de los ciudadanos son pobres y desdichados. Hay una noticia que indigna a los bienpensantes de nuestro país. Reza así: España es el país de la Unión Europea con uno de los mayores índices de pobreza infantil, que afecta a 1,8 millones de niños.  Se impone, decía Smith, un aumento de la producción y del intercambio de bienes y, a este fin, es preciso que el empresario privado actúe con libertad. Esta libertad no debe ser constreñida por una regulación y un control intervencionista del Estado.
 

 Este articulista insiste en la idea de que la crisis económica que sufrimos, tiene un alcance internacional. El problema es, pues, autóctono en su resolución pero alóctono en su génesis. Los analistas sostienen que el principio de las soluciones a los problemas radica en la asunción de su existencia. El Gobierno lo sabía y, a fuer de negarlo, no se quiso enterar por más que el tsunami financiero había sido anunciado con antelación bastante. Pero había que ganar las elecciones. Negar una y mil veces, era una de las consignas leninistas. Zapatero y los suyos aprendieron de Vladimir Ilyich Ulianov la letra grande de sus discursos. La letra chica, no. Escaparate. Fachada. Figurines.

 Aceptada la palabra crisis como animal de compañía, los fontaneros de la Moncloa se apresuraron a acuñar el término brote verde. Querían significar la inminente salida de las aguas movedizas. De nuevo la ambición por el poder a todo precio, les llevó al engaño. Del engaño se pasó al incremento imparable del desempleo, toscamente disfrazado por la estameña del Plan E. El paro condujo al aumento de la deuda pública. Ésta comportó el pago de intereses de escándalo. En una espiral desenfrenada, los ahorros del Estado español menguaron, como la luna en su ciclo bajista. A mayor abundamiento, las Autonomías pedían y pedían. El Gobierno, extorsionado y entregado, no quería, ni quiere, negarles nada so pena de perder los votos que garanticen la continuidad. El "pater familiae" despilfarra el patrimonio de todos y premia a los hijos pródigos con las cantidades que hurta a los más dóciles.

 Ahora se está poniendo de moda el concepto ciclo económico. Que se expresó hace muchos años, articulista, me dicen. Que sí, respondo, pero qué se puede hacer si los propagandistas de la corte zapateril lo difunden como novedad. Una mentira mil veces repetida nunca será verdad, pero cuela al cabo. Cierto que la economía fluctúa. Cierto que hay ciclos con fases de expansión y de contracción. Cierto que el cambio de fase origina una crisis. Cierto que las fases tienen una duración distinta.

 Sin embargo, lo más cierto es que el Gobierno es tan incapaz, tan nefasto administrador, tan indigno albacea, que por más oportunidades que se le ofrezcan para redimir sus culpas, sigue improvisando. Y mintiendo. Con altanero talante. Miente. Como lo hace el sofista que se intitula filósofo. O el trovero que se atribuye la cualidad de poeta. O el presidente que lo es por accidente y se postula como estadista elegido por el Olimpo democrático.

 Derrumbe. Desplome. Batacazo. Parpajaso. Zarpajaso. Economía que se sumerge. La economía doméstica del Estado sufre lo que antecede. En grado superlativo. Si fuera una empresa privada, los administradores marcharían al ostracismo. Para siempre. Al ser pública, el dinero no es de nadie, ¿verdad, Magdalena Álvarez? No puede Zapatero con la economía. Ni con el país. Ni con su propio peso. Calamidad. Pobre UE cuando en enero le toque, por sorteo, presidirla. Ojalá que la conjunción planetaria con Obama no nos lleve al tortazo de asteroides. Ojalá.

 Un saludo.

0 comentarios