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Francisco Velasco. Abogado e historiador

PIRATAS Y PIRAÑAS

 El señor Erkoreka, portavoz del PNV en el Congreso, sigue la reconocida escuela de los oradores vascos. Una excelente dicción, un bien entramado discurso, una cuidada retórica, un destacado continente. Un dulcísimo compendio formal para un contenido demagógico que rezuma acíbar. En general, el núcleo de las intervenciones de los peneuvistas, la esencia de su mensaje, concentra tal cantidad de medias verdades, que el todo se convierte en una falacia gigantesca. Este articulista no discute su sapiencia política. Sí discrepa de su moral política y de su política sobre moral. Son de los que ponen una vela a Dios y otra al diablo. Y tan a gusto que se quedan.

 Dicho lo que antecede, analizo su estrategia en el uso peculiar que del asunto de los piratas somalíes hacen. Don Josu Erkoreka lamenta la desidia, la ligereza y la irresponsabilidad del gobierno de Zapatero, al que viene alertando, desde hace cinco años, acerca de este peligro. Hace cinco años que alertaba a Zapatero. Cinco años. Lo que no explica es el color de la alerta: si verde, si amarilla, si roja, si incolora.

 Que ni cuenta, acusa ahora. Él, que todavía no ha digerido la pérdida de las elecciones autonómicas vascas, reprocha a los socialistas su apatía, su inopia, el nihilismo de su acción. Ahora. Despecho. Ahora. La simpatía se ha convertido en animosidad. De pronto, el "buenista" ZP se hace antipático.

 Erkoreka justifica su dedicación buscando coartadas vacías. Asegura que en 2006, dada la indiferencia gubernamental, volvió a reclamar -pasaba por allí, el hombre- el envío de unidades militares que defendieran a los marineros que faenaban por las proximidades de la costa de Somalia. Marineros vascos, por supuesto. Marineros gallegos, no. Barcos vascos, como el Alakrana de Bermeo. Barcos de Huelva, ni hablar. Enternecedor Erkoreka. Pues nada. Aplíquenle la dosis de ternura que quieran, pero tres años atrás, el Gobierno amigo respondió con la oquedad de costumbre.

 El año pasado también advirtió el susodicho portavoz parlamentario. También. De nuevo sin éxito. Otra vez sin réplica. Sin réplica, salvo para sacudirse la caspa. "Zapatero nos mareaba la perdiz", decía apesadumbrado. -Pero don Iosu, ¿cuándo ZP no ha mareado la perdiz? La suya es una excusa necia donde las haya. ZP se ha salido por la tangente desde su parto político. Búsquese otro argumento de mayor hondura, porque los presentes no son dignos de un hombre inteligente, sino de un hombre atrapado. De ahí, sus postreras palabras en el hemiciclo: "Si hoy se produjera -Dios no lo quiera- un ataque a estas embarcaciones, a nosotros como responsables públicos, (...) seríamos responsables indirectos...".

 Responsables, sí señor. Muy responsables. Zapatero y usted. El primero, porque la oquedad de su mensaje es tan grande como las profundidades abisales. El lenguaje de ZP es una cavernosidad sinuosa disimulada de flores de plástico o de vinilo. Puro artificio. No se queje de lo que ya sabe.

 Los somalíes son piratas. Algunos españoles, también, pero además, pirañas. Pirañas. No asaltan barcos. No. Sin embargo, como estos octeíctios de dientes cónicos, devoran mamíferos. El historiador británico Macaulay manifestó que el político se interesa, no por todo el pueblo, sino por el sector al que él pertenece ya que considera a los otros como extranjeros, enemigos e incluso piratas. Recuerden la conocida sentencia de anónimo autor: "en aguas donde hay piraña, muy pendejo quien se baña". Pues eso. Piratas y pirañas. Hay especies por descubrir. No pocas.

 Un saludo.

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