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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LA MINISTRA ELENA "CONFISCACIÓN" SALGADO

En su ensayo "Los vicios no son crímenes", Lysander Spooner ponía de relieve que los gobiernos que castigan el vicio disponen de un poder que el pueblo no les ha dado. Miren: si se castiga el vicio del tabaco imponiendo penas -en forma de impuestos extraordinarios- a los fumadores, estos gobiernos bananeros pueden defenderse arguyendo que se trata de preservar la salud de la población. Pese a este argumento, el impuesto sobre el tabaco es, claramente, confiscatorio. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que se pena a lo "viciosos" de la nicotina con una privación de bienes. El Gobierno podría prohibir la venta de tabaco o decomisar las cajetillas adquiridas si, en verdad, pretende preservar la estructura sanitaria del país. Que no, que no. Que con una mano te doy una palmadita en la espalda -para que veas cómo defendemos la libertad- y con la otra te vacío los bolsillos -para que adviertas cómo nos preocupamos por tu salud-.

 Es la doble moral de los gobiernos demagogos que violan el principio de la imparcialidad y, lo que es peor, el derecho a la igualdad.

 La doble moral es un desvalor. La moral no es única ni uniforme en el colectivo. Sí lo es en una institución y en un personaje. En el pueblo, la moral admite tantos matices como ciudadanos somos. En el ciudadano particular, la moral es una pues, de no serlo, pondría en entredicho la coherencia fáctica y jurídica de las personas. Cuando se habla de instituciones, la doble moral se convierte en arma peligrosa que engendra inseguridad entre los administrados.

 Elena Salgado es un paradigma político de la doble moral. De un lado, respecto a su cruzada antitabaco. De otro, frente a su voracidad impositiva de naturaleza confiscatoria. Por una parte, permite al Estado unos gastos desmedidos y poco recomendables. De otra parte, quiere compensar el despilfarro con el dinero de los demás. Al Gran Capitán se le acusaba de tirar con pólvora del rey. A la señora Salgada y su tropa de ministros, de maladministrar el país y comerse los ahorros de los trabajadores.

 Solbes oponía cierta resistencia al caudillo ZP. Elena Salgado a todo dice sí. ¡Qué más le da! Ella vive a costa de los tributos ajenos. Recuerda a Juan sin Tierra, el hermano de Ricardo Corazón de León. Necesitamos un Robin Hood que nos libere de estos mangantes de guante blanco y caro perfume. Si Ricardo no ha de venir, que se vaya el usurpador. Con él, sus sicarios confiscadores.

 Un saludo

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