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Francisco Velasco. Abogado e historiador

DE LA IZQUIERDA UNIDA DE JULIO A LA DE...

 No fue casualidad. Las casualidades existen, pero lo de Anguita no fue casualidad. El éxito electoral de Izquierda Unida coincidió con el tiempo en que asumió la portavocía de su grupo parlamentario en el Congreso. Por mucho que se diga que su triunfo se debió a la sustancialidad de su teoría de equidistancia de los dos grandes partidos (PSOE y PP), o a su pertinaz defensa del programa, lo cierto es que Anguita logró, por otra razón, un techo electoral que, a la vista de quienes le han sustituido, se antoja imposible de reeditar.

 La otra razón es su imagen. La imagen visual y auditiva -no audiovisual- de Anguita nos devolvía el interior de una persona capaz, brillante, honrada y buena. Estas cualidades son difíciles de ensamblar en un político. Anguita reunió en su derredor el aura de los elegidos. La sigue conservando por más que los años han dejado huella en su rostro y en su alma. La Izquierda Unida de Anguita nos ofrecía un óculo gótico -como su rala barba ojival- que permitía pensar que la honradez es una virtud de la clase política. Escasa, pero cierta. Su teoría de las dos orillas fue posible en una personalidad noble como la suya. Pero, ¿y hoy?

 Hoy el panorama se vuelve desalentador. La gestión de Llamazares ha tocado fondo. O quizás, como nuestra economía actual, ahonde. Cayo Lara parece seguir la línea de Llamazares, el mayor aliado del PSOE que ha visto la democracia. El electorado ha votado en consecuencia. En Andalucía, el inefable Diego Valderas sigue al pie del escaño pero, en vez de programa, se deja conducir por la inercia de la escalera mecánica del Pacto con el Gobierno socialista. La diferencia entre programa y pacto es que mientras el primero obliga a patear la calle, el segundo se conforma como un pateo a la calle. Del esfuerzo incesante del día a día de los obreros a la cómoda berlina que me facilita el socio mayoritario del contrato de adhesión. El Pacto PSOE-IU es un contrato de adhesión. Zapatero establece las cláusulas, por más que abusivas, y Llamazares se arrima a ellas como náufrago de una nave que se dirige a la zozobra.

 Me llama la atención el caso de Huelva. El coordinador provincial, Pedro Jiménez, me parece un político formidable. Cierto que carece de la imagen de Anguita, pero no menos cierto es que nada tiene que envidiarle en cuanto a su sentido del laboreo machacón y de la honradez. Sin embargo, por mucho que su trabajo sea apreciado extramuros su partido, el horizonte apenas se amplía. El Pacto se erige como imponente muro de contención. No se puede crecer en estas condiciones. La sociedad necesita un partido político que, como IU, sin renunciar a sus postulados ideológicos, los adapte al mundo del siglo veintiuno y, sobre todo, se presente como un rosetón de vidrieras abiertas por donde la luz de la calle penetre e irradie en el interior. Irradie de fuera adentro. Para esta labor, Pedro Jiménez cuenta con una cualidad añadida: es un excelente dominador de la pedagogía de la comunicación. Destila honradez. Parece que juega limpio. Atención al onubense. Si antes no lo dinamitan.

Saludos

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