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Francisco Velasco. Abogado e historiador

¿PREVARICADORES? LA TIRA.

 Don Baltasar Garzón es Juez. Ha mostrado ansias de poder más que un juez, pero no es más, ni menos, que un juez. No se trata de calificarlo de estrella. Se trata de ponerlo donde le corresponde. Ni más ni menos.

 Algo se está avanzando en este sentido cuando el Tribunal Supremo ha confrmado la admisión de la querella que, contra él, interpuso el sindicato "Manos Limpias". Se le acusa de un presunto delito de prevaricación, es decir, de dictar, a sabiendas, sentencia o resolución injusta (art. 446 Código Penal) o dictarla por imprudencia grave o ignorancia inexcusable (art. 447). La primera defensa de Garzón no ha sido negar la mayor, sino atacar al denunciante. Lo ha tachado de franquista. Como si ser franquista fuera un delito o como si la denuncia fuere una acción privativa de todos menos de los franquistas. Hay que recordar a Garzón que la verdad es la verdad, la diga el rey Agamenón o su porquero.

 P
revaricar se prevarica todos los días. Desde un juez a un alcalde, desde un profesor a un ministro. Todos los días. El problema está en que los prevaricadores tienen medios tan sofisticados para cometer su delito que es difícil pillarlos con las manos en la masa.

 Prevaricar debe ser un acto orgásmico. El orgasmo del poder que trasciende la satisfacción del dinero. Prevaricar es la consagración del ego, el reconocimiento de la fuerza, la corona de la ley, la deificación de lo humano. El yo freudiano hecho público.

 Prevaricar es enchufar. Prevaricar es comprar palacios con dinero público pese a las necesidades del pueblo. Prevaricar es comprar a constructores. Prevaricar es un asco. Los prevaricadores, asquerosos.

 Algún día caerán todos en la misma red de su infamia. Lo veremos.

 Un saludo.

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