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Francisco Velasco. Abogado e historiador

CINISMO DE CINE EN EDUCACIÓN

CINISMO DE CINE EN EDUCACIÓN

 Estudios recientes cifran en un 25% el profesorado que ha sufrido alguna forma de agresión por parte de los alumnos o de los padres de éstos. Mis datos ofrecen un porcentaje superior. Determinado sindicato considera que la raíz de esta penosa situación radica en la inexistencia de una legislación que confiera a los docentes la condición de "autoridad", la cual debe ser intrínseca a este colectivo profesional. En este sentido, la experiencia nos muestra un dato incontrovertible: la falta de autoridad de muchos profesores se evidencia en las actitudes inadmisibles de muchos alumnos y, lo que es peor, de los padres de esos alumnos. Este articulista está absolutamente de acuerdo con este diagnóstico. Sin embargo, el cuadro clínico es mucho más complejo, más enrevesado, más grave y, lo que es peor, los sindicatos de profesores se quedan en la superficie del problema -que ya es problema- pero no entran o no quieren entrar en las entrañas del mismo.

 Desde el punto de vista de quien escribe el artículo, estas agresiones externas se materializan porque, desde el propio organismo del corporativo de profesores, no se generan los anticuerpos necesarios para rechazar ese virus maligno. ¿Qué quiere usted decir?, me pide aclaración una maestra próxima a la jubilación. Quiero decir que el Ministerio de Educación, la Consejería del ramo en la Junta de Andalucía, está desarrollando, especialmente desde que se implantó la LOGSE, una política médico-educativa nefanda. -¿Cómo que nefanda? Es nefanda porque además de deficiente, genera deficiencia, se retroalimenta en su maldad y acrece en su capacidad destructiva. -Por favor, sea usted más concreto. Si el profesorado de un país constituye el núcleo realizador de la política educativa, los albañiles que se suben al andamio si me permiten el símil por más que se trate de unos operarios super especializados, los capataces de esa política -que podríamos parangonar a los inspectores de educación- son, en general, tan falaces, tan ineptos, tan incompetentes, tan burócratas, tan alienados del mundo real de los docentes, tan comisarios políticos del gobierno de turno, que no sólo no escuchan el clamor proveniente del interior de los centros educativos, sino que ponen toda la sordina que pueden y, con su silencio cómplice, contribuyen a que el edificio educacional sea tan endeble como es por mucho empeño que los profesores pongan. -Vamos a ver, que los inspectores son funcionarios de oposición y su independencia es total. Nada de eso. En Andalucía, el poder del PSOE es tan gigantesco, que la Inspección se halla, en la práctica, manejada por los cargos políticos. Por ejemplo, en la Delegación de Huelva, ¿saben si el Jefe del Servicio de Inspección es un conspicuo psoecialista? ¿Y la Jefa de Ordenación Educativa? ¿Y el Secretario General? Y así...

 Entonces, si los capataces son como son, qué se podrá esperar de los arquitectos que han diseñado el engendro pedagógico y legal que es la actual normativa educativa. Con semejante staff, no se puede hacer otra cosa que levantar tinglados que a la más leve brisa caen grávidos. Con estos politiquillos que juegan a ingenieros educativos, los puentes no se caen porque ni siquiera consiguen levantarlos. La felizmente destituida Consejera, Teresa Jiménez, ha llevado a enfrentamientos tan fuertes con el profesorado, que ha hecho olvidar en tiempo record la inoperancia de sus predecesores. No obstante, me malicio que no transcurrirá mucho tiempo antes de que sea aupada en ese escalafón de la deficiencia por la nueva titular de la cartera: la avezada política -abogada- María del Mar Moreno, la cual, muy pronto, a juzgar por su fulminante carrera en el PSOE, podrá desposeer a la granadina, con toda justicia, de su título de campeona del sin servicio.

 Después de casi 30 años de ininterrumpido gobierno del PSOE en Andalucía, todavía la Junta no ha tenido tiempo, la pobre, en solucionar los problemas del profesorado. Lo que no dicen, acaso no lo saben -la rata no tiene conciencia del roedor que es-, es que no tienen ni pajolera idea de cuáles son las soluciones. No importa, si los profesores son como niños, se les da un pirulí y tan contentos, parecen decirse. Tras la tempestad, viene la calma. 

 No confundan causa con consecuencia. Las agresiones externas a los maestros son la consecuencia del fenómeno socioprofesional que se denuncia. La causa se halla en el propio engranaje de la empresa pública educativa: que sus dirigentes son tan poco escrupulosos y sensibles con el problema como ineptos para la función que, a dedo, por enchufe, se les ha asignado. Si la Consejería de Educación fuese la Volkswagen, hoy día los consejeros y los ministros blindarían un Renault o un BMW.

 A los profesores, mi apoyo, mi admiración, mi solidaridad y mi aliento. Pongan pie en pared... y ¡a por ellos, oé, a por ellos, oé!

Un saludo

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