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Francisco Velasco. Abogado e historiador

PERSONAS NO GRATAS

 

Lo mismo no me he enterado. Igual existen por miles. Sea como fuere, reflexiono sobre el hecho por más que esté muy trillado.

 

La situación vascocatalana presenta, entre otros problemas de ruptura territorial, un componente especialmente perverso. Algunos secuaces del goebbelsianismo irredento gustan de las sinécdoques políticas a fin de confundir el todo con la parte. La literatura emplea las figuras retóricas para hacer de la palabra arte plural. La política las utiliza con la intención de convertir la pluralidad en singularidad mayestática, soberanista y con tendencia al pensamiento único. Es el tránsito subrepticio de la banal, entendido como insustancial, a lo bananero, interpretado como tercermundista.

 

Pues vuelvo al principio de mi intervención escrita. Que no sé si los concejales de algún municipio minúsculo de la organización administrativa española han solicitado la convocatoria de un Pleno para debatir sobre la decisión de unos centenares de miles de paisanos del país Vasco y de Cataluña de independizarse del resto. Que no lo sé. Si tal no hubiera ocurrido, me alarmaría. La división del territorio nacional no es asunto que se circunscriba al gobierno del Estado. Ni mucho menos. Si determinados sujetos portan el arma de las libertades democráticas para rasgar el alma de esa democracia, habrá que reclamar orden constitucional allí donde la barbarie del “porquesí” perpetre estas fechorías.

 

Reclamar no es el infinitivo que recoge las llamadas entre aves, que también, singularmente si algunas de ellas son carroñeras. Reclamar es oponerse a algo de palabra o por escrito. Esta oposición no se ha de materializar a través de mensajes de guerra ni amenazas de intervencionismo militar. Las reclamaciones se dirigen hacia la búsqueda del equilibrio perdido. Ignoro, repito, si algún alcalde pedáneo o el regidor de un pueblecito de pocos habitantes o el edil de una ciudad provinciana o el presidente de un consistorio de una gran urbe española han propiciado un debate sobre el tema. Si no ha sido así, invoco la necesidad de hacerlo. Millones de españoles que viven en Cataluña podrían verse envueltos por las cenizas de la balcanización o de la “re-rusificación de Crimea”. Y a esa multitud de compatriotas no se la puede dejar al albur de las presiones fundamentalistas de algunos iluminados.

 

El error de las conclusiones sería atacar a Cataluña o al País Vasco o insultar a los pobladores de esos territorios de España. Un error cantado, que sería celebrado entusiásticamente por los dueños de los misiles de la insolidaridad y de la desigualdad. El éxito de estos debates municipales estriba en separar el grano de la paja. En ese sentido, señalar con nombres y apellidos a los autores de la espada untada de odio del secesionismo que apunta a nuestro cuello como pueblo. Declarar no gratos a quienes hacen de España una entidad filofranquista a sabiendas de que las garantías de igualdad y de libertad que hoy disfrutamos son diamantes de muchísimos quilates.

 

Personae non gratae. Inaceptables. Por imposibilitar la concordia y la comprensión entre los españoles todos.

 

Un saludo.

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