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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EL PASADO ACUSADOR

 

                 A partir de ahora, vamos a ser buenos y a llevarnos bien. Lo que pasó, se olvida y pelillos a la mar. Juego de intenciones baldías. La memoria propia y, sobre todo, el recuerdo de los demás ponen de actualidad lo que hicimos ayer.

 

                El líder con cara de angelito patudo de ese partido azufrado que se gana la publicidad gratis merced a los merluzos de algunas televisiones, es un  ejemplo del peso de nuestra historia personal. El hombre anda metido en berenjenales de todo tipo tratando de ofrecer una imagen de responsabilidad sin que la mirada atrás nos descubra sus verdaderas andanzas y sus maliciosas desventuras. Sus relaciones con ETA, con Cuba y con  Venezuela pueden ser, o no, objeto de delito. Pero existir, existieron. Ahora puede rechazar sus coqueteos, sus amoríos e incluso sus pasiones, pero los enemigos, que son muchos, ya se encargan de refrescarle las meninges.

 

                Ocurre lo mismo con tantos. Vean, si no, al aspirante a la Secretaría del Psoe, el señor Pedro Sánchez. Resulta que el candidato a liderar al partido de los cien años de honradez, el joven economista que desbarra de los bancos, el tertuliano ocasional que defiende las prédicas de la izquierda, estaba vinculado con Bankia, con Blesa y con el trasiego de capitales de esa entidad. Como todos, seguro que no se enteró. Como todos, seguro que se benefició de alguna concesión hipotecaria, sin  necesidad de enchufe ni de privilegio, porque sí.

 

                Pues ahí lo tienen, vivito y galleando de honradez personal y de acción progresista. Pudo haber reclamado una comisión de investigación sobre el fiasco de Bankia y se calló como un muerto, mientras, con la otra cara de su rostro, criticaba el indulto a uno de los jefes de Banesto. Este muchacho quiere ser secretario general y su breve historia política le hace acreedor de una secretaria muy particular, muy chiquitita, casi imperceptible. Si con su voto o con su silencio colaboró en el desastre de Caja Madrid, asuma su responsabilidad en los presuntos delitos de falsificación de cuentas, de estafa o de administración desleal.

 

                No se conoce que el referido diputado haya puesto el grito en el cielo por semejante desfalco ni que haya emprendido acciones legales a fin de desmarcarse de cualquier acto de connivencia con los imputados. Igual se desvela que se sumó a las protestas de los preferentistas mientras daba su visto bueno o cerraba los ojos a las prácticas fraudulentas de ese banco.

 

                Ay, ese pasado que a todos nos destapa. Ay, ese pasado que descubre lo peor de nosotros. Es el pasado que nos arroja a la cara el “eres un jili que te crees puro cuando en realidad eres un saco de inmundicias”. Ay, ese pasado.

 

                Toma memoria histórica personal.

 

                Un saludo.

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